El. partido se presentaba como un reto entre el tiempo y la recuperación del cuerpo de un futbolista. Entre 59 horas y media y la puesta en escena, y a punto, de, al menos, siete jugadores: Macías, Bergara, Goria, Otiñano, Soria, Alberto y Aguiar. A.vidal, Ituriaga, Salcedo y Javi “Mac Arthur” González eran esa savia fresca que precisaba el equipo para, luego del descarrilamiento en Zalla, volverse a encajar en los raíles de la Liga…Tocó el Portu la bola de salida como si aún fuera de noche en La Florida, o en el sur de Madrid. Rodaba la pelota muy pegadita a la hierba haciendo saltar las chispas de agua que al drenaje aún no le había dado tiempo a tragar. Vidal, abandonando la cueva como si no quisiera ser víctima del mito de Platón, enlazaba con el manito Iturriaga, que, en su segunda comparecencia en el once, quería demostrarnos que sigue siendo un futbolistas de Primera División. Por su bien. Pero, sobretodo, por este Portugalete que, como equipo grande y “abusón”, vuelve a dar de salida, por segunda temporada consecutiva, una ventaja excesiva a sus rivales más directos. El curso anterior, salió bien la “fanfarronada”. Luego de cazar al Amorebieta, que había salido  como un galgo detrás de la liebre automática llamada “Real”, nos colocamos segundos y alcanzamos esta copa tan dulce. Este curso, la empresa de reeditar la hazaña se antoja harto difícil. Amén de que el “Amore” ha repetido de salida, a estas alturas, disputada ya la jornada 15, en la cabeza de la carrera se ha metido un Laudio líder que ayer era convidado de piedra y, a día de hoy, de los 36 puntos en juego, sólo ha perdido 3. Le sigue la Cultu, a 4 puntos, empeñada, con tan sólo una derrota, en pasar de meritorio a aquel grupo que logró el ascenso con una sola pierna, metáfora pura que se debe entender como que con una sola eliminatoria le bastó, ya que sabido es que con once cojos no se hará nunca un equipo competitivo. Obviando nosotros al Amorebieta (ya que sus dos entrenadores desde la tribuna no dejan de  admirarnos), el Sestao es el ciclista favorito de la ronda que, cuando el firme se ha empinado, ha sido dejado de rueda .Con 26, los de Las Llanas enseñan la espalda del grupo de escapados, seguido muy de cerca por el Beasain, reciente verdugo del que verdugo nuestro fue. El Zalla –donde las dan las toman- desciende otra vez a los infiernos. O la directiva encartada tiene asumido que su sino es la Regional o, a estas horas, con 5 goles a favor, apenas uno de cada tres lances, y con sólo diez puntos, a dos de la muerte, Fernando Pérez, en barca de dos remos bogada por Caronte, por la laguna Estigia navega hacia el Averno. Dicen que “el que a hierro mata a hierro morirá”. Fernando no jugó limpio contra el Portu, y los dioses no acostumbran a premiar a aquellos seres que hacen virtud, estandarte y bandera de lo zafio y obsceno. Entre los vagoneros y el Portu se ha colado de rondón un Leioa, elogiado por

los eruditos del fútbol de bronce, que en esta jornada ha sido capaz de golear al Athletic C, léase Baskonia, en su feudo de Artunduaga, con un “hat trick” de Iker Arzubiaga, un descarte del Club Portugalete hace dos ejercicios que hoy se dedica a golear al servicio del enemigo. “Que si era viejo; que si le había llegado la hora, su “San Martín”. ¿Es que  no es de dominio público que “los viejos roqueros nunca mueren? ¿Qué mientras le duran las fuerzas, el que tuvo gol ya de chaval con Luis de la Fuente, cuando, muchos años después, se les da la menor oportunidad para marcar no repara en el color de su camiseta…?…Y qué me dicen de Urko Vera, aquel chico que enloqueció marcando su gol al Valencia en Lasesarre, Salió del Portu y no precisamente en olor de multitudes, sino por la puerta de atrás, en silencio luego de run-runes y abucheos, y hoy en el Lemona de Aitor Larrazabal, un peldaño por encima de nosotros. El domingo, con el único tanto del partido, le dio los tres puntos a los cementeros, que están en puntos de Play-off. Y mejor si no miramos atrás, que da vértigo ver a otros equipos punteros hace no mucho, como el Gernika, Zamudio, Elgoibar, el Amurrio de “nuestro” Kuko…y hasta el denostado Zalla. Agiles y hábiles como Tarzán parecemos en una selva toda ella llena de fieras…

Sale la gente del campo frunciendo el ceño como si no encontrara explicación para tan exiguo resultado. Mientras, yo, como el pintor Sorolla defendiendo a sus pescadores: “Y luego dicen que el pescado es caro…”, después de la corta y complicada victoria, mas en cualquier caso valiosísima, exclamo: “Y luego dicen que la victoria es barata”. Con 17 puntos, a 16 del líder, Laudio, y a tres triunfos del Sestao, que marca la última posibilidad para la fase de ascenso. A falta de 26 partidos, con la friolera de 78 puntos en litigio, este equipo debe comenzar la escalada de la misma montaña del pasado más reciente. Antes de que finalice la primera vuelta, tres de los rivales a enfrentar figuran entre los cinco primeros; y dos de ellos –Laudio y Cultural de Durango- comandan la tabla. Próxima estación, Tabira: ¿quién dijo que esto sería fácil? ¡Portugalete: demasiada historia para rendirse!. Los puntos del domingo tienen el mismo valor que los tres conseguidos en San Jorge luego de escandalosa goleada. A propósito de la misma, de regreso en autobús hacia la Villa luego de caer en Landaberri, un muy enojado socio quitaba valor al 0-6 por haber sido conseguido ante un equipo menor. Pues bien, querido Gabi, esa cuadrilla de tuercebotas santurtziarras le acaba de despojar de su condición de inmaculado en Urritxe al todopoderoso Amorebieta (0-1) que tantas portadas acaparó y tantas entrevistas concedió en radio y televisión por permanecer a la vez invencible e imbatido. Uno, que ha sido cocinero (jugador) antes que fraile (aficionado, entrenador y periodista) sabe que estas cosan pasan porque siempre han pasado y siempre pasarán…

Respeto, pues, a este Eibar que nos visita. Que a pesar de que llega con el farolillo rojo iluminando su futuro, tiene el mismo derecho a soñar con la victoria que nosotros a intentar consumar la remontada. Aunque jóvenes, el apellido de “armeros” nadie se le puede quitar, al igual que a nosotros el orgullo jarrillero. Mas no con la fuerza y sí con la sutileza que nos hizo grandes por televisión en el duelo con el Getafe. Se intenta. Y cuesta. Somos el mismo río…pero nunca la corriente es igual. No bajan las aguas con el mismo brío. Cuesta doblegar al salmón cuando con todas sus fuerzas busca su origen huyendo de ese mar que es su morir. La naturaleza, implacable, impone su ley…Coincidiendo con el final del primer acto de los seis en que se divide el teatro del partido, el Portu da primero, aunque –sabido es-no habrá una segunda vez. No hará, afortunadamente, falta. Salcedo, llanero solitario porque así está escrito en el papel de reparto que le entrega su director, cae dentro del área cuando incursionaba por su izquierda. Penalti de libro. Mas lanzamiento heterodoxo del ortodoxo maestro González. Si Javi ha llegado hasta este punto, sabe que el destino que escogió para el balón es el punto de encuentro ideal para que el esférico y el portero se den la mano. Ajustado al palo, sí, pero no a su base o a la escuadra, como acostumbra el de Zorrotza, sino a metro y medio de la hierba, esa cruz imaginaria a la que siempre se abrazará el arquero a nada que, adivinada la intención del lanzador, se estire con un mínimo de garbo y luego se deje vencer. Repele, pues, el disparo y lo traduce en corner. Felices se las prometen los “fronterizos”. No saben lo que se les viene encima. Javi González no es de esos que tropiezan dos veces, y tan seguido, en la misma piedra. Como es sabio, rectifica. Si hace unos segundos ha errado por disparar a media altura, ahora va a rozar la perfección desde la esquina que se funde en horizonte con las casetas. La superficie de contacto es la misma que en el “penal”: el empeine interior de su bota derecha; el golpeo: un poco más violento, porque se trata de llegar más lejos, al corazón del área pequeña, a su mitad, ni tan bajo como para violentar un pecho, ni tan alto que sea presa fácil para las manazas del portero. Ahí, ahí, a la cabeza de Aguiar, que gira levemente su cuello a fin de que el balón no altere su trayectoria sino que salga como escupido de su testa, algo así como gomina que peine la pelota y la deje fijada a la red luego de burlar la excitante entrada de la escuadra. Se dice, en ocasiones como ésta, que se acaba de abrir la lata, y que, por tanto, tarea sencilla ha de ser ir sumando chicharros, teniendo en cuenta que, junto al Santurtzi, son, con 19 goles en contra, el conjunto al que más le han encajado. Pero, claro, si tiramos de estadísticas, en tantos a favor nosotros no andamos muy sobrados: 13 goles, con el reciente, en 12 partidos. Y si tenemos en cuenta que 6 se lograron en un mismo encuentro, y a la media docena cinco le quitamos para que con uno baste, resulta que nos sale una media de poco más de medio tanto por partido. Como para echarse a temblar si no fuera por Macías, que, con 7 goles recibidos, es el segundo clasificado en el trofeo “Zamora”. Mérito a repartir entre todo el plantel, empezando por el mister que, visto lo visto hasta ahora, y en especial en este partido contra el Eibar que aquí se está rememorando, creo que no me quemo si pongo la mano en el fuego y digo que se decanta (Luaces) por guardar la viña con muchos efectivos y enviar a un mozalbete con descaro para que robe ricos frutos en la huerta ajena. Nadar y guardar la ropa. Mas cuando flota en el agua y avanza, lo hace con un estilo precioso. La propuesta de Javi Luaces es de agradecer. El buen gusto y el preciosismo en este fútbol tan físico resultan tan gratificantes a la vista como el amor al cuerpo y los sentimientos en el torbellino de aquellos tiempos tan revueltos. Pero como la oferta jarrillera es discontinua, intermitente como un foco que se enciende y se apaga, los gualdinegros no terminan de cerrar el partido. Juego abierto. Alternativas. Una vez más, y en esta ocasión más que nunca por llegar de colistas, los armeros están obligados a utilizar su apodo para meter miedo en el cuerpo de la tropa jarrillera. Y a fe que lo intentan. Pero entre lo tierno del terreno, que les hace caer como soldaditos desplomados,  y el acierto de Urko cuando de él se precisa, consiguen que en mi memoria se reedite aquel titular de hace  tres temporadas: aunque armeros, “Demasiado jóvenes para matar”. Y como a nosotros parece darnos miedo darles el tiro de gracia, el partido estará, mientras dure, abierto, y nosotros, valga la redundancia, a tiro de los armeritos. Película para todos los públicos. Licencia para matar…

Entra el aire. Corre el viento en La Florida. Tengo frío. Que cierren las puertas, por favor. Y desde el Parnaso, el Cielo o los Campos Elíseos, la voz de Andrés Montes: “¿Dónde están las llaves, Salinas?”…Para meter un gol no se necesita más que ese espacio de tiempo tan corto que tarda el balón en recorrer la distancia que lo separa de la raya de gol sobrepasada. Queda un mundo, por tanto. En el que no habita Clausí. La ambulancia dibujada debajo de la columna que en el panfleto amarillo firma el mister Luaces está vacía: ni lleva ni trae lesionados o enfermos. Estará sancionada la lujosa alforja que se trajo el de Busturia del zoco de Illescas. Cansado, quizás, el chico del esfuerzo del Coliseum. Ni yo tengo todas las preguntas ni el contestador todas las respuestas. Cuando sale, suele ser moneda de cambio, Y cuando no lo hace…¿cuál es la razón?…Si algo pasaba con Mery, algo pasa con Juanjo: ¿qué es lo que falta  que la aventura falta? Con la segunda mitad por delante, al partido sólo le conviene una cosa: que se acabe; que el árbitro manipule su reloj, que lo adelante, tanto que se vea obligado a pitar el final. Y si los chavales del Eibar lo rodean en protesta, que les diga: “Yo soy Cronos, dios del tiempo, luego el tiempo soy yo y este partido se ha acabado”. Fantasías, deseos, anhelos. Nadie es dueño del tiempo porque nadie puede ser dueño de algo que no existe. Pura imaginación, como de niños en la campa: “uno a cero, cambio, y uno a cero, “acabao” . Y se cumple. Los niños no mienten, pero sufren, y de qué manera, la incertidumbre que conlleva vivir sin saber qué será de nosotros cuando nos llegue la hora, el final de este partido, que se enreda como hiedra en la fachada de esa casa sin dueño que es La Florida. Como la del lechero San Román. Sí aquella frente al instituto Zunzunegi, asaltada por rumanos, esta Florida nuestra, convertida en campo de batalla donde pugnan un ejército poderoso y una colección de soldaditos de plomo. La lógica dicta que el virtuoso que hizo frente al gigante Getafe tiene todas las de ganar. Mas su juego, que por atractivo, divierte y cura, no es capaz de sofocar la resistencia azulgrana y poner fin a su rebelión. Básicamente, porque el juego de ataque que propone está lleno de intermitencias: ahora la toco, combino, me asocio, dejando abiertos como platos mis ojos…y de repente, pierdo, extravío o me roban el balón. Y claro, aunque ellos no tengan malicia, en cualquier descuido se les dispara el arma y te matan o te hieren de gravedad. Cuesta creer que unos críos nos roben el pelotón. Pero lo hacen. Y me llaman la atención sus brusquedades: alguna que otra patada dan ante la permisividad del señor Lavín, que confunde la igualdad con la justicia. Cree que dividir 6 tarjetas entre 2 es de tipo honesto, cuando en el camino se han quedado sin sanción todo tipo de tarascadas, siendo la víctima, en más de una ocasión, el mismísimo Javi González. Qué poco respeto, por Dios, a “Mac Arthur”, soldado indemne tras mil batallas y veinte guerras…

Llega un momento el que, en partidos como éste, hueso duro de roer, uno firma la victoria por la mínima en pleno fragor, cuando el pescado no está del todo vendido y la tela que queda por cortar es ancha y larga. Se pelea por el balón…y yo no estoy para discusiones. Está la pelota en pies del rival…y me da miedo que uno de esos balones que, en vertical, a la altura de una cabeza lanzan al área, se convierta en cebo para que el árbitro pique y les señale el penalti que a nosotros en justicia nos concedió. Que, en definitiva, pasen de avezados cazadores a esos maestros que, con una rudimentaria caña, son capaces de pescar en un río apenas revuelto, pero de fondo, todo él, de barro  y fango. Dura ha sido la pelea. Alberto Pérez lo denuncia cuando, en el minuto 76, acompañado por una ovación de gala, abandona el campo como uno de esos futbolistas a la antigua usanza: embarrado de la cabeza a los pies. El portugalujo del que a mi lado se dice que es “el alma de este equipo”. El rey otrora  insatisfecho que un día se puso la zamarra gualdinegra y cada domingo siente que se enfunda “la camisa del hombre feliz”. Alberto: de oro, hulla y barro. El que con su cámara le enfocó sabe que en su casa guarda un tesoro.

La imagen de las mil palabras. El que tenga la fotografía se podía haber ahorrado esta lectura. Por mucho que me haya esmerado, jamás esta crónica mía de miles de palabras podrá valer lo que significa el rostro embarrado de un jarrillero de los pies a la cabeza.

En Sopelana, a 16 de noviembre de 2010

Firmado: Luis Marí Pérez García, “LUIS”, futbolista durante 11 temporadas del Club Portugalete
mail: samuagez@yahoo.es