Fe, esperanza y calidad: las tres virtudes de la “Futbologia”…”Y al séptimo día resucitó”… sobre la superficie de hierba artificial del antiguo cementerio de Mallona. Vuelta a la vida que tan sólo cabe en la mente de los descreídos que el pasado domingo, 18 de octubre, de inmediato a perder la batalla de dos de los cuatro ejércitos banderizos de la margen izquierda de la ría del Nervión, ya estaban meditando sobre cómo sería la nueva vida que nos esperaba al final del túnel que conducía al próximo ejercicio 2011-2012…Y cuán de intensa sería la luz…Y si blanca, vivificante y esclarecedora…o amarilla y mortecina. Mas los agoreros tendrán que volver a enrollar sus catastrofistas pergaminos porque los cuervos que todo Club de fútbol, aunque en contra de su voluntad, pueda criar no tendrán ojos de mirada limpia que arrancar, y los buitres no abandonarán el refugio de sus oquedades para sobrevolar su alimento, ya que no hay en los campos seres que estén muertos o agonicen a los que clavarles las garras en el pecho e hincarles en pico en el corazón. Y el que a pesar del auxilio de la esperanza, haya sufrido de verdad, o sea en silencio, como yo, que espante el duelo y se desprenda del luto porque no vivimos tiempos revueltos en los que odiar, sino felices en lo que amar. Atrás ya lo lamentablemente efímero que es el orgasmo que al balón le provoca besar la red objeto de nuestro deseo casi al final de acto, o lo que es lo mismo, la tremenda alegría de vencer contra viento, lluvia y marea…y a las puertas de que el ´Portu´ nos permita asomarnos por una ventanita al cielo, el miércoles, a partir de las nueve de la noche, cuando la pelota empiece a rodar en una Florida de ensueño, y caigamos definitivamente en la cuenta de que somos anfitriones de un invitado de lujo, como es el “nuevo rico” Getafe, a punto, pretendía decir, de superar la proeza, al alcance únicamente de los elegidos, que supuso llenar Lasesarre para recibir al Valencia a pesar de la feroz competencia del Athletic que simultáneamente jugaba contra el ´Recre´ en la Catedral, me veo obligado a hacer ese supremo esfuerzo de descender de la nube en la que, ingrávido, reposo, hasta alcanzar la tierra y, cual gorrión, grácil, liviano, posarme en ella. Sólo así el que de gozo flota, se puede entregar al  difícil desafío que supondrá, siempre, sentarse en una silla y enfrentarse al folio en blanco que, en esencia, es la pantalla vacía del ordenador. Si, por comodidad, quisiera librar el trance con un solo bofetón verbal, y sin ello pecar de mentira o verdad a medias o incompleta, os diría: “Hoy podía ser un gran día y lo ha sido”; hoy ha sido un día de mucho y, a la vez, estoy convencido de que no será el primero de los tres días de las vísperas de la nada”…

A buen recaudo las tarjetas de lujo que, a modo de entrada para el choque más grande de nuestra Historia, el Club ha diseñado, junto a la camiseta que el modista ha diseñado para el evento y una ligera bufandilla que compré ayer sábado en la tienda que la Entidad ha abierto en la calle Araba rozando la mitad del Ojillo, he acudido  esta mañana al ´municipal´ de Mallona, ubicado en pleno  vía crucis hacia la basílica de Begoña, antaño, escaparate  para el joven futbolista, y hoy, “guardería” infantil en la que se educa a los leones del futuro, con la siempre sana y legítima intención de que se precipite al vacío existencial que constituye poder esperar la gran noche con la conciencia tranquila por los deberes bien hechos. Ayer sábado, al mediodía, en el interior de la pequeña superficie donde se comercializa la marca ´Portugalete´, al corriente de mis deseos les puse a esos dos jabatos que son Imanol Aguiar y Alberto Pérez, “Poti”. Ambos, a eso de las once y diez de esta mañana, han saltado al campo de Mallona como dos de los componentes del once inicial. El primero, recuperando la titularidad, ubicado en el costado derecho de la defensa, puesto en el que no es habitual, pero que no extraña dada su polivalencia, bravura y, sobre todo, “porque lo importante es jugar y yo lo hago donde el mister me pone y si es de portero, pues me enfundo el jersei y me “calzo” los guantes; y si me saca de “tribunero”, a animar a mis compañeros desde la grada…”

Media hora antes del horario fijado, ingresaba en ese recinto en el que, porque no han querido, podido o la ley de la memoria histórica no alcanza estas tierras, sus inquilinos no han terminado de borrar las huellas que dejaron los muertos al final de “Este Viaje” que es la vida, o la existencia, lo como demonios se le quiera llamar. Y es que Mallona fue cementerio y, de alguna manera, lo sigue siendo, dentro y a ex puertas del campo de fútbol: hoy, pequeño y de hierba de artificio su rectángulo de juego; antaño, enorme y de arena. Si me es lícito escoger, deshecho el moderno, por reducido y desobediente a la voluntad de los futbolistas, y me quedo con el de la segunda mitad de la década de los setenta y primera de los ochenta del siglo XX. Y no sólo porque en aquél fui feliz jugando partidos con mi camiseta del Club Portugalete, sino porque, pensando altruistamente y rebatiendo el refrán, “lo bueno de arena, mojada y lisa, si largo y ancho, dos veces bueno”…Está tan presente en nuestras vidas la muerte, que en el trayecto de la puerta de entrada a mi asiento de piedra fría y huérfano de respaldo de la tribuna, me topé con tres esculturas, o monumentos, o sepulcros de piedra y sin blanquear. Fúnebre todo; todo lúgubre. Pero es lo que hay. Y en peores garitas hizo guardia nuestro Mac Arthur, Javi González, cuando de niño jugaba a las batallas de los partidos y a la guerra de la liga. Dada la fácil y lógica adaptación del Santutxu a su feudo, daba la impresión de que a los jarrilleros les costaría  poner toda su impronta a la obra. Los rojillos, con ímpetu, tesón, intensidad, virtudes que se materializaban básicamente en balones a la hoya a partir del movimiento o ese balón parado al que llamamos estrategia,  obligaban a recular a sus rivales al mismo tiempo que saboteaban sus intentos de progresar en ataque o sorprender al contraataque. De alguna manera sumido en su ensoñación, el Portu estaba obligado a, en escenario tan adecuado, por sugerente y sobrecogedor, desmentir ese rumor que le hacía pasto de la cremación, y, a partir de  sus cenizas, recrearse a su imagen y semejanza; y por pedir, con mayor acierto y capacidad para intimidar a su enemigo. En suma, volver a ser letal…

Los pesimistas, esos que tienen la triste tendencia a ver la botella medio vacía, consideran que la caída ante el potente Sestao supuso de alguna manera una “escabechina” moral, una decepción, un golpe muy duro luego del chorreo de goles que se produjo en San Jorge. Así como,  es un dicho sin firma, “a entrenador nuevo, victoria segura”, después de un duro revés, que se prepare el siguiente de la lista para “pagar los platos rotos”…y algún que otro jugador, también, que formó de salida en el once derrotado. Y así fue: no mover ficha, quedarse en su casillero le supuso la factura al equipo que preside el bueno de “Mitxelo”, más conocido últimamente como el padre de Ibai Gómez…y, en lo que respecta a los jarrilleros que no nos pusieron la cabeza del River en bandeja del plata, de entre todos, el mister, si nos atenemos a la alineación, y con el beneficio de la duda de mediar  castigo o sufrir lesión (como es el caso de Mikel Moreno) despojó a Bergara y Elustondo de su camiseta de laterales. Prendas de titular que vistieron los cuerpos de Aguiar y Goiria, que volvía después de una absurda sanción; de nuevo ese lastre que supone salir de atrás con la pierna cambiada. Macías, intocable; Pinilla y un, ya, muy asentado “A.bidal”, en el centro de la defensa; Javi González (cada partido que pasa, más y mejores cosas aporta este “chaval”) y Clausì (¿con tilde en la i?) abriendo el centro del campo…Ante la baja de Mikel Moreno, para acompañar a Alberto en la “sala de máquinas”, Luaces, que ya le había retrasado desde la delantera a la media punta, echó mano del “ex” del Amurrio Gondra (del que Joxi habla maravillas) y acertó de pleno con la elección. Dicen que no hay zurdo malo, y si es capaz de mostrar el aplomo de Marcos para sujetar la medular como si fuera un ancla al que se le encomienda la misión de sujetar el barco jarrillero para que no pierda nunca de vista ese buen puerto al que siempre llegar, ya tenemos un “elemento” del todo fiable para aplicar la matemática de las combinaciones. Arriba, Carreño, que volvía al once, y Etxabe: para darle de comer aparte al ex del Sestao; ¡menudo partidazo se soltó Imanol!…

Lucha, disputa, balones divididos, que no rotos. Mucho juego aéreo que le convenía claramente a los locales; domador, otra vez, el Portugalete, como en Santurtzi, para rasear y sacar beneficio del toque. Todo según el guión establecido. Nada hacía presagiar tormenta aunque caía un tierno sirimiri. Mas de pronto, un rayo perdido le cortó las alas en el  minuto 23, a Carreño; creyó en cambio, el árbitro que fue el jarrillero el que, en una disputa aérea, intentó partirle la cara a su rival. Si hubiéramos tenido a Joaquín Caparrós en nuestro banquillo, demostrando estar pez en “Estrategia”, habría dicho tras la expulsión del gualdinegro: “Sólo es cuestión de tiempo que nos meta el Santutxu el primero”. Más como nos entrena Javi Luaces, valiente como él solo, poseído por el espíritu de Helenio Herrera, no sólo demostró “ser” al asumir que “con diez se juega mejor que con once”, sino que puso todos los medios para aparentarlo al, sin alterar el sistema, comportarse como si nada hubiera pasado: “Uno menos…¿qué cosa mala es uno menos?”  Y para que el Santutxu viviera la pesadilla de ver a Carreño vagando por el campo, hizo llamar a Etxabe a su presencia en tan extraño lugar como el que ocupaba: ni dentro ni fuera del banco, sino todo lo contrario: atrapado entre dos vallas. Como vivir en el limbo, vamos. Al habla con Imanol, luego de palabras no escuchadas, el delantero, desde el principio de la expulsión hasta el final que supuso su sustitución cuando la buena suerte estaba ya echada, interpretó con absoluta rigurosidad el mito del titán  Atlas sosteniendo la Tierra sobre sus hombros. Un coloso. Dos en uno. De todo lance salía victorioso; con balón o sin él. ¿Quién dijo expulsión?… Venga, Portugalete, vamos a por ellos. Y fueron. Y no cejaron en su empeño hasta hacerse con un botín que en justicia siempre les había pertenecido…

La mitad de la primera parte faltaba, más  la segunda mitad entera…cuando empezó el asedió de los “diezmados”. Si hasta entonces no habían pasado apenas apuros los guardametas, Clausí, en el 31 y con su pierna mala, la derecha, estrelló el balón en el travesaño; Gondra, cuatro minutos después, también con su pierna menos hábil, probó fortuna yéndosele la pelota ligeramente elevada. Clausí, por segunda vez, corrió la diagonal y chutó sin acierto. Mas su falta de puntería no desanima a este chico criado en la Massia, que persevera, que busca siempre el uno contra uno, y si no burla a su opositor, se da media vuelta y entrega en préstamo el esférico a un compañero para que el “rondo” empiece de nuevo. le veo  a Juanjo cosas de Messi, con el que se divertía jugando: ¡libertad, pues, para los artistas!…Un contraataque vertiginoso y en superioridad liderado por Javi González finalizó con un pase de la muerte que no encontró al verdugo adecuado para la ejecución. Y así fue como expiró el primer acto, y con él, la recogida de información en uno de los dos folios que el delegado Vaquero le había regalado a un emisario que yo me busqué para intentar no dar en público la nota. Cerré entonces los ojos para que descansaran de tantas emociones y me dije para mí: Aún con diez, toca y toca el Portu; triangula y crea ocasiones. Me encanta. De seguido, abrí los ojos y vi pasar a Urko Vera por los bajos de la tribuna. Me acordé de aquel gol que le metió al Valencia en Lasesarre, y de su vehemente forma de celebrarlo. Y entonces musité en un lamento: ¿Qué demonios hace este chico en el Lemona y no con nosotros?…

Por el tipo de comentario que me dispongo a exponer acerca de la segunda mitad, corto pero absolutamente elogioso  hacia el Portugalete por estar lleno de méritos sólo de los que vestían de oro y hulla, el lector entrado en esta red desde rincones que no son de la Noble Villa tenderá a creer que peca gravemente de subjetividad. Aún así, desde mi parcial intelecto, revelo que fue pasar el tiempo cinco o diez minutos y confesar a mis acompañantes en la tribuna que, visto lo que veía, la suerte del encuentro nos iba a favorecer por que yo había preguntado por ella y el viejo Dylan me cantaba que sintiera el aire en mis oídos porque en el viento volaba la respuesta. También les dije, reiterativo, que el destino estaba escrito y dictaba a nuestro favor. Por último, en el colmo de la redundancia, les hablé de Fortuna, esa diosa que decide por nosotros con su cuerno de la abundancia, para que, a pesar de la zozobra debido a la marejada que sobre las aguas del campo provocaba el voluntarioso Santutxu con sus acometidas, no temieran por el resultado ya que a la entrada del campo, junto con la entrada, se nos había regalado la papeleta de la lotería con el número que los niños inocentes habrían de cantar. En resumen: no sabía cuando llegaría nuestro gol ni de qué factura sería el tanto…pero sí cómo: jugando como lo estábamos haciendo: once contra once aunque dispusiéramos sólo de diez; Y, sobre todo, con fe, esperanza…y esa calidad que brotaba entre la hierba rala en forma de granitos de caucho que se elevaban al aire como ceniza de un volcán…

En el minuto 16, cuando el árbitro señaló el punto fatídico del área de Macías castigando un “agarrón”, siempre presunto ya que yo no lo vi, la gente me miró igual que se le mira a un profeta que acaba de errar en su promesa. En el momento en el que Urko, inteligente, intuitivo y explosivo como un felino, atrapó el balón que pretendía superarle, se vino abajo eso tan manido de que “gato con guantes no caza”, a la vez que los descreídos me devolvían con una sonrisa de “perdón” la confianza. Tres minutos después, con la fuerza moral que da sentirse el equipo “elegido”, Imanol Etxabe, en lo que habría de ser el paradigma de su  portentosa actuación, nos dio una lección de mitología al, cargando en sus hombros el mundo que es su equipo (se dice, escrito está, que sufre castigo eterno por incomodar a dios con preguntas existenciales) recorrerse el campo con el balón en los pies sin importarle el acoso brutal de sus “enemigos”…Y así hasta llegar a la tierra prometida del área. Debido al acoso que sufría, se pudo dejar vencer buscando el premio del penalti, pero su honradez sólo le permitió, descompuesta su figura por tanta brega, disparar a gol cuando el portero, abandonado el arco, le hacía frente. No fue gol; y es que no ha había llegado su hora…

Hacía ya ocho minutos que Salcedo había saltado al campo sustituyendo a Clausí, ese talentoso futbolista que provoca y atesora  dos debilidades: la que Javi Luaces siente por él al traerle de tan lejos (he oído que buscaba piso en la villa con tanta exigencia como aquel príncipe árabe que viajaba tras la camisa del hombre feliz)…y esa física aparente que le convierte con asiduidad en objeto de cambio…Corría el 83´ (el 81´, según las escrituras de la prensa), cuando se consumó el milagro que, no por esperado y anunciado por este cronista, dejó de sorprender a la parroquia portugaluja que, en gran número, se había desplazado al cementerio de Mallona a la espera de comprobar si se verificaba aquella promesa de que “Y al séptimo día, resucitaré”…Javi González –sólo podía ser él- escorado a la derecha de su ataque, teórica posición de extremó, cuando todos esperaban de él el globo al área de ese tenista que no pretende sino quitarse la pelota de encima a la espera de un fallo, nos obsequió con un detalle técnico que habría de resultar definitivo. Primero, alteró su postura hasta colocarse en paralelo al esférico. Después, dejándose vencer hacia su izquierda, con su pierna derecha casi paralela al suelo, metió el empeine total de su pie derecho en la parte inferior del balón. El golpeo, similar al de un tenista que corta la bola con su raqueta buscando profundidad, resultó tan sutil y preciso que, a los ojos de la concurrencia, se convirtió en el gracioso vuelo de una cometa que, dirigida por una mano inteligente, alcanzó el corazón del área y sobre él se quedó flotando. Aguiar, defensa fuera de sitio pero nunca mejor colocado, sintió que algo volaba sobre su nido. Y entonces, más cuco que nadie, viendo que el cancerbero Aritza había abandonado la vigilancia de la puerta de su Averno,  metió su cabeza debajo del balón sin aspirar a un testarazo, sólo peinarlo. Suficiente su gesto para que la pelota entrara en el infierno donde habitaba el Santutxu, para, como asegura el Mito, nunca más salir. Era el gol anunciado, el prometido, el esperado…y no por ello menos celebrado: confieso que me henchí de gozo al comprobar que Aguiar había sido el jarrillero mortal del que la suerte, el destino, la diosa Fortuna, en fin, se había servido para, como titula la crónica el ´Deia´, premiar al ´Portu´ con tres puntos que nos sitúan a tan “solo” ocho de ese todopoderoso Sestao que cierra la puerta del Play-Off, y del que muchos  –no yo- dicen que nos pasó por encima en La Florida. Soria, según el Deia, en el 83` (Otiñano en palabras de Carlos Ortiz para el Correo) , en sustitución de Alberto, congeló un partido que el Portu pudo rematar en el 85´. Elustondo, hay dudas de si en el 90´ o 91´, lo cerró definitivamente al entrar en lugar de  Etxabe, de nombre “Atlas”,  ese “Titán”  hijo de Jápeto y de Clímene; padre de las Pléyades y de las Hespérides que, según Homero, “además de sostener las columnas que separan el cielo de la tierra, está dotado de ciencia universal”… Imanol, todo un mito sobre Mallona,  hermano de Prometeo, ese otro titán que, según Homero,  se atrevió a robar el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. O lo que es lo mismo: a los futbolistas del Portugalete. ¡Que no se apague la llama!

P.D. Llovía a las puertas del cementerio de Begoña. Casi vacío el recinto, así como sus aledaños, yo, degustando la victoria, esperaba el no sé qué. De repente vi cómo tres mujeres, que nada sabían del milagro, se acercaban cargadas de aceites, ungüentos, cremas, bálsamos y especias camino de la cripta para dignificar el cuerpo que, según los apócrifos evangelios portugalujos, yacía envuelto en la sábana santa. Les cerré el paso con un saludo: “La paz sea con  vosotras”. Y de seguido les dije, como el que reprocha aalguien que no tiene fe: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que ya ha resucitado?”

En Sopelana, a las 14h y 19` del martes, día 26 de octubre del año 2010

Firmado: Luis Mari Pérez García, “Luis”, futbolista, en sus días, del Club Portugalete
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